15 de diciembre de 2017

DIOS FUENTE DE GOZO

Reflexión homilética para el tercer domingo de Adviento, ciclo B
*       Isaías
El libro de Isaías (Is 61) nos describe proféticamente cuál será la grandeza del Mesías prometido por Dios al pueblo de Israel.
Esto mismo leeremos también en Lc 4 cuando Jesucristo, en la sinagoga de Nazaret, se aplique a sí mismo estos versículos:
“El Espíritu del Señor está sobre mí…”
Pero, quizá, con un poco de atrevimiento, me permito decirte que tú mismo vayas leyendo con fe y detención la primera lectura de este domingo y te la apliques como si Dios te la dijera a ti.
Empecemos la aplicación, si te parece, de esta manera. Yo pongo las primeras palabras y tú sigues en esta oración ante Dios:
Desde el día del bautismo “el Espíritu….”
En cuanto al traje de gala, el manto de triunfo y la corona de novia… no olvides que son bastantes las veces que en la Biblia Dios se presenta como Esposo o Novio de Israel, de la Iglesia y de cada uno de los que pertenecen a la Iglesia.
Y Él nos embellece con los sacramentos, dones y frutos.
*        Salmo responsorial
En cuanto al salmo responsorial, el de hoy no es propiamente un salmo sino que meditamos el Magnificat de la Virgen con una aplicación que María hizo del mismo texto de Isaías aplicándose.
Que esto produzca en ti un gozo tan grande como el que vas a repetir entre versículo y versículo del salmo responsorial:
“Me alegro con mi Dios”.
*        San Pablo a los Tesalonicenses
Sabemos que este tercer domingo de adviento se llama de Gaudete (alégrense) porque así comienza el párrafo de esta carta:
“Estad siempre alegres…”
De hecho San Pablo hoy siguiendo el tema que estamos meditando nos invita a sentir la felicidad más profunda, la felicidad que Dios regala con su gracia y sus dones.
Es el gozo del Evangelio de que habla el Papa Francisco y que debes llevar siempre en el corazón.
(Recuerda su carta “El gozo del Evangelio”.)
Por todos estos dones de los que venimos hablando valen también para ti las palabras de Francisco:
“Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
Por esto que vamos diciendo entendemos mejor las palabras de Pablo:
“No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo y quedaos con lo bueno”.
A continuación pide Pablo que, evitando toda clase de mal, nos dejemos consagrar por Dios para que nuestra alma viva siempre en la paz y alegría, manteniéndose sin reproche hasta el encuentro con Cristo.
*        Verso aleluyático
El aleluya repite una vez más lo que es la idea central del día que aparece muy clara en este domingo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí”.
*        Evangelio
El Evangelio es de San Juan y nos habla del Bautista. La liturgia ha tomado dos versículos del primer capítulo para hacer una presentación teológica profunda de él:
“Vino a dar testimonio de la luz, pero no era la luz”.
Y a continuación leemos un diálogo entre Juan y los judíos que venían con algo más que curiosidad.
Querían saber por qué ese hombre, desconocido para ellos, estaba predicando penitencia con tanto fuego en el alma.
Lo que más llama la atención es la sinceridad de Juan que sabe bien que no es ninguno de los personajes con los que quieren identificarlo, pero sí sabe que tiene un papel muy especial confiado por Dios que lo ha escogido como el precursor del Mesías.
Por eso afirma con toda libertad que ni es el Mesías, ni es Elías, ni es un profeta. Simplemente se presenta como “la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor”.
Pero lo más hermoso es el acto de humildad que hace y cómo aprovecha la oportunidad para proclamar la grandeza del que viene:
“Yo bautizo con agua pero detrás de mí hay uno que no conocéis y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia…”
La gran afirmación de Juan será:
Yo bautizo con agua pero en medio de ustedes está el que bautiza con el Espíritu Santo.
Quiera Dios que este maravilloso Juan nos ayude a todos a ser humildes y a evangelizar con todo el fuego de nuestro corazón.

+ José Ignacio