31 de marzo de 2018

NO ESTÁ AQUÍ… ¡ESTÁ EN TI!



NO ESTÁ AQUÍ… ¡ESTÁ EN TI!
“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Resucitó. No está aquí: ¡miren!”
El secreto de la fe está en mirar con fe.
A Jesús nunca lo vamos a encontrar, ni haremos que lo encuentren otros, si buscamos entre las cosas muertas que atraen al mundo de hoy y de siempre.
Recordemos:
“Mi Reino no es de este mundo”.
Ni en el sepulcro, ni entre vendas o bien entre lienzos de muertos… el Señor no está vivo entre muertos. Está vivo dentro de nosotros.
¿Qué pasó, pues, al tercer día, después de sepultarlo?
¡Un terremoto!
Los soldados huyeron despavoridos para contar lo sucedido a los que los habían puesto a vigilar el sepulcro.
Asustados y con miedo cuentan a los fariseos el movimiento de piedras y el sepulcro vacío.
Su miedo se acaba porque les dan “una fuerte suma” para que callen lo del sepulcro vacío y digan que: “mientras dormían ellos, vinieron los discípulos de Jesús y se llevaron el cuerpo del Señor”.
La mentira tiene las patas muy cortas, pero el dinero las tiene muy largas y los guardias se fueron felices.
¿Qué pasó en realidad?
Meditemos con la liturgia de la Vigilia Pascual.
  •  Historia de la salvación
La primera parte de la liturgia pascual nos ha contado la historia de la salvación en sus etapas más importantes:
+ La creación
Por puro amor de Dios.
+ El sacrificio de Abraham
Para ser escogido como padre del pueblo de Dios.
+ El paso del mar Rojo
Que hace libre al pueblo de Israel, que había vivido esclavizado en Egipto.
+ Isaías
Nos da a conocer la misericordia eterna de Dios.
Medita:
“Con amor eterno te he amado”, te dice Dios a ti, amigo.
+ Isaías
Nos da a conocer que Dios sella con su pueblo  una “alianza eterna”:
¡Eres de Dios para siempre!
+ Baruc
“Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor”.
¿Lo has pensado, amigo? Pues cúmplelo y serás feliz para siempre.
+ Ezequiel
Nos habla de la pureza que nos ofrece el Señor con la abundante agua de su Espíritu.
  •  San Pablo a los Romanos
Si hemos muerto con Cristo al pecado, también hemos resucitado con Él para una vida eterna.
La muerte al pecado fue en el bautismo y entonces recibimos la vida eterna.
¡Hay que conservarla!
  • El Evangelio de la Vigilia
Nos habla de la fidelidad de las buenas mujeres que acompañaron a Jesús en su vida y no quisieron dejarlo después de muerto.
Temprano, “el primer día de la semana”, fueron a embalsamar el cuerpo de su Señor, a quien habían entregado su corazón.
Jesús les regaló:
1º Con la presencia de los ángeles que les dan la gran noticia:
“¡Resucitó! ¡No está aquí!”
2º Luego Jesús mismo les sale al encuentro en el camino de regreso a Jerusalén:
“¡Alégrense!”… “No tengan miedo: vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán”.
Qué bueno, Jesús. Todo pasó.
De tu muerte brotó vida nueva para todos.
Y como amigo fiel, reúnes a tu “rebaño disperso”,  empezando por los apóstoles que te habían abandonado.
Tú y yo, amigo, seamos fieles porque Jesús nunca nos dejará.
¡Feliz Pascua de resurrección para todos ustedes, amigos lectores!

José Ignacio Alemany Grau

23 de marzo de 2018

UN RAMO Y EL CORAZÓN SINCERO


UN RAMO Y EL CORAZÓN SINCERO

Jesús subió por el camino de las peregrinaciones desde Jericó hasta Jerusalén.
Según San Lucas, una multitud venía con Jesús.
Habían visto prodigios y últimamente el ciego Bartimeo había recuperado la vista y se había unido al grupo alabando a Dios.
Acercarse a la capital de la fe de Israel era siempre conmovedor y escuchar el salmo “que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor... Ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén”.
Pero esta vez era distinto.
En la caravana iba un grupo muy numeroso y venía arropando a aquel que hablaba como ninguno y que todo lo había hecho bien.
Espontáneamente crean un ambiente festivo.
Por su parte Jesús debe pensar que el pueblo tiene que conocerlo antes de crucificarlo.
¡Qué misterios los de Dios!
Jesús humilde pide que le traigan un pollino y se monta en él al estilo de los reyes.
La gente toma palmas y ramos en sus manos y comienza a cantar:
“¡Hosanna!”
“Bendito el que viene en nombre del Señor”.
Los vecinos de Jerusalén se asoman a puertas y ventanas preguntando:
“¿Quién es éste?”.
“La gente que venía con Él le responde:
Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”.
Fiesta espontánea que Jesús permite en esta oportunidad.
Tú, amigo, acompaña este domingo a Jesús con el ramo, símbolo de tu fe en las manos.

Y canta:
Ese desterrado por la sociedad de hoy… sigue siendo Jesús el Nazareno, el Señor.
No hay otro.
Hoy es preciso, más que nunca, mantener la fe en el Salvador.
  •  El prefacio
Nos habla de Jesús “el cual siendo  inocente, se entregó a la muerte por los pecadores, y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales.
De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados”.
Es el amor de Cristo.
Él carga lo malo y nos regala la salvación.
  • Isaías
Nos habla del siervo de Dios que es una imagen del Mesías.
Muchas de las cosas que refiere el profeta se cumplieron realmente en Jesús y en esta Semana Santa las meditaremos:
“Y yo no me resistí ni me eché atrás:
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos”
  • Salmo 27
Este salmo era el que según los evangelistas Jesús rezaba en la cruz.
Una de las lecciones que nos da Jesucristo en su pasión es el rezo de los salmos.
San Agustín nos enseña que es Jesús quien reza los salmos cuando los rezamos con la Iglesia, “unas veces reza como Cabeza (es la Cabeza del Cuerpo místico) y otras veces como Cuerpo” (es decir, reza con todos nosotros).
Medítalo en esta semana:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué…?”
  • San Pablo a los Filipenses
Hoy recordamos la breve pero profunda presentación de Cristo que hace San Pablo a los filipenses.
Jesús, verdadero Dios encarnado y hecho un hombre de tantos (sin dejar de ser Dios), humillado, muerto, crucificado y triunfador.
Es el Padre quien lo ha glorificado:
“Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre”.
  • La Pasión
Los cuatro evangelistas narran la Pasión de Jesús.
La liturgia nos invita a leerla de esta manera:
Cada año leemos la Pasión en un evangelista sinóptico, según los ciclos A, B y C.
Y el Evangelio de San Juan, que es el más detallado y más íntimo, lo leemos cada Viernes Santo.
Hoy nos toca San Marcos.
Te invito a leerlo en particular y, quiera Dios, con tu familia.
Mientras lees recuerda y aplícate las palabras que Pascal oyó de labios de Jesús en el Huerto de Getsemaní, según cuenta el Papa Benedicto:
“Aquellas gotas de sangre las he derramado por ti”.
Toda la vida la entregó Jesús por ti.

José Ignacio Alemany Grau

18 de marzo de 2018

EN VÍSPERAS DE GETSEMANÍ

 EN VÍSPERAS DE GETSEMANÍ

Antiguamente a este domingo se le llamaba primer domingo de pasión y tenía su propio prefacio en el que se leía:“Porque en la pasión salvadora de tu Hijo el universo aprende a proclamar tu grandeza y por la fuerza de la cruz el mundo es juzgado como reo y el Crucificado exaltado como rey poderoso.
Las lecturas del ciclo B nos llevan, todas ellas, al tema de la pasión de Jesús y en concreto a Getsemaní.
  •        Jeremías
El profeta anuncia que un día Dios hará una “alianza nueva” con Israel.
La característica de dicha alianza será una ley metida en el pecho y escrita en los corazones.
Jesús lo dirá con estas palabras: “en espíritu y en verdad”.
Por otra parte, dice Jeremías que todos conocerán al Señor “cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados”. Esa alianza nueva la recordamos todos los días en la Eucaristía: “Mi sangre de la nueva y eterna alianza” y además “derramada para el perdón de los pecados”.
  • Carta a los Hebreos
Esta carta nos trae hoy el recuerdo de la pasión de Jesucristo.
Benedicto XVI nos dice que el autor (que no es conocido) debió tomar estos datos de una “tradición” distinta de las que tomaron los cuatro evangelistas.
En realidad los evangelistas hablan del grito que dio Jesús al morir, poniéndose en manos del Padre y hablan de sus lágrimas sobre Jerusalén y a la muerte de Lázaro.
Pero el autor de la carta, en el párrafo de hoy, nos da a entender que las palabras que leemos se refieren a todo el tiempo de la pasión, hasta la muerte de Jesús.
Hay algo muy interesante en el libro “Jesús de Nazaret” con lo que Benedicto nos explica por qué el terror de Jesús en Getsemaní y general en su pasión.
Les invito a meditarlo:
“Se trata siempre del encuentro de Jesús con el poder de la muerte, cuyo abismo, como el Santo de Dios, percibe en toda su profundidad y terror.
La Carta a los Hebreos ve así toda la pasión de Jesús desde el Monte de los Olivos hasta el último grito en la cruz, impregnada de la oración, como una única súplica ardiente a Dios por la vida, en contra del poder de la muerte”.
En efecto. Se trata de la lucha brutal entre las tinieblas del pecado y la luz del Santo de los santos, Jesús.
¿Quién podrá entender esto?
En ese “gritar, llorar y orar” de que habla la carta, Jesús realiza su sacerdocio que nos redime a todos.
  •        Evangelio
Juan narra lo que solemos entender como la Oración del Huerto, tratada por el cuarto evangelista.
Jesús es el grano de trigo que tiene que morir para resucitar, multiplicado en espiga.
Luego dice el Señor:
“Ahora mi alma está agitada y ¿qué diré?
¡Padre, líbrame de esta hora!”
Es evidente que estas palabras nos hacen pensar en la angustia de Jesús en el huerto cuando pide al Padre que le quite el cáliz.
Pero luego (también como en Getsemaní) Jesús añadió:
“¡Pero para esto he venido!”
Y pide al Padre que lo glorifique.
“Entonces vino una voz del cielo:
Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.
Lucas nos dirá en su Evangelio que “se le apareció un ángel del cielo y lo confortaba”.
Así era Jesús, hombre verdadero y sufrido:
“Mi alma está triste hasta la muerte”.
Recuerda que Jesús tiene verdaderamente cuerpo y alma humanos, pero solo una Persona, que es divina.
Jesús adelanta el fruto de su muerte diciendo:
“Cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí”.
¿Estás seguro que Jesús se ganó tu corazón?
Será bueno que terminemos con el salmo 50, de hoy, diciendo:
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
Lava del todo mi delito, limpia mi pecado”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

10 de marzo de 2018

DIOS NOS SALVÓ EN CRISTO


DIOS NOS SALVÓ EN CRISTO

Quizá nunca has pensado qué pasa por la noche en la ciudad.
Te levantas feliz y saludable. Te preguntan:
- ¿Cómo amaneciste?
Y contestas como en mi sierra:
- Biencito.
Pero, ¿qué pasó en la noche?
Jesús, en el Evangelio de hoy, te lo explicará.
Comencemos por el comentario del Evangelio que es de San Juan.

  • San Juan

Empieza recordándonos un signo del Antiguo Testamento:
Cuenta el libro de Números que el pueblo se quejó de Dios y de Moisés y que el Señor los castigó con serpientes venenosas.
Se arrepintieron y Dios pidió a Moisés que hiciera una serpiente de bronce colocada sobre un estandarte. Los que la miraban “salvaban la vida”.
Jesús, hablando en la noche a Nicodemo (porque éste temía que le vieran sus compadres fariseos), hizo esta aplicación:
“Como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre para que todo el que crea en Él tenga vida eterna”.
Hablaba claramente de la redención:
Todo el que quiera salvarse, encontrará la salvación en Cristo.
Jesús no ha venido a condenar a nadie, sino a salvar a todos.
Solo pide creer en Él. Confiar en Él.
Jesús no condena, Jesús salva.
El que no quiere a Jesús no quiere la salvación, él responde de su propia condena.
No vale, pues, decir como se oye a veces:
- Dios es malo porque condena.
¡No!, Dios salva.
Pero “los hombres prefirieron la tiniebla a la luz porque sus obras eran malas”.
Eso explica que mientras tú duermes tan rico, el pecado celebra la noche y la ciudad sea tan distinta de noche y de día.
“En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz para que vean que sus obras están hechas según Dios”.
Y… benditas vigilias y adoraciones al Santísimo que ponen un poco de luz en las nocturnas del pecado.

  • Libro de las Crónicas

Dios conduce la historia.
Cuando llegó el tiempo previsto por Él, suscita en el corazón del rey Ciro el deseo de construir un templo en Jerusalén:
“El Señor… me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén. Quien de vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con Él y suba!”
De esta manera Israel recupera la libertad y regresa del destierro a su patria.

  • Salmo 136

Es el canto lleno de nostalgia que cantaban los israelitas en el destierro de Babilonia.
La imagen de Jerusalén no se apartaba de los ojos ni del corazón del pueblo:
“¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extraña!
¡Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha!”

  • San Pablo

Tú te salvarás por pura misericordia de Dios.
Esta misericordia, Dios te la da por su Hijo, Jesús.
Con Él hemos muerto al pecado y resucitado a la gracia.
No nos debemos la salvación a nosotros mismos. ¡Ojo! Ni a nuestras obras “para que nadie pueda presumir”.
(Una frase que da mucho que meditar).
Por pura misericordia y amor de Dios podemos esperar vivir con Cristo para siempre en el seno del Padre.
“Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por el pecado, nos ha hecho vivir con Cristo (por pura gracia estáis salvados) nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con Él”.
+José Ignacio Alemany Grau

3 de marzo de 2018

EL CRUCIFICADO, FUERZA DE DIOS


EL CRUCIFICADO, FUERZA DE DIOS
En este mundo hay muchos crucificados.
¿Serán más que nunca?
¡Solo Dios lo sabe!
Enfermos con toda clase de dolores, accidentados de formas diversas… angustiados con sufrimientos físicos y morales… familias rotas…
  •  Éxodo
Quizá la mayor parte de las cruces de hoy son el resultado de no cumplir los mandamientos.
Unas veces porque no los cumplimos nosotros y otras porque, quienes no los cumplen, nos hacen muy difícil la vida.
Hoy la liturgia nos recuerda el Decálogo, los diez mandamientos de la ley de Dios.
Empieza con una afirmación importantísima:
“Yo soy el Señor tu Dios”.
Aceptemos y demos gracias porque hay un Dios maravilloso que nos quiere a todos y busca nuestro bien.
Recordemos que los mandamientos son diez, todos ellos son indispensables para ser felices.
Los tres primeros nos recuerdan nuestras relaciones con Dios.
Son fundamentales para que, personal y socialmente, seamos felices.
Si no hubiera un Señor de verdad que nos protege, caeríamos en la tiranía de los hombres, porque la verdad es que no sabemos cuidarnos ni querernos unos a otros.
Amigo, da culto a Dios como Él te pide y serás feliz tú y los tuyos porque Él “actúa con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos”.
Los otros siete mandamientos son para que podamos vivir felices y en paz.
Ya conoces qué mal se vive cuando no se cumplen.
Leamos el decálogo al revés para pensar, y descubriremos porqué vivimos sin paz ni sosiego en medio de esta corrupción que hemos creado:
No se quieran ni ayuden en la familia.
Mátense por cualquier cosa, hasta por un celular.
Adulteren para destruir hogares y violen a placer.
Todo lo que tiene el prójimo puede ser tuyo si se lo quitas.
Miente, que la mentira gobierna el mundo de la política y en general de toda la sociedad.
¿Nos iría así mejor?
¿No es cierto que Dios quiere a los hombres infinitamente más de lo que nos queremos unos a otros?
  •    San Pablo
El apóstol nos hace ver que cada uno quiere vivir a su gusto y hacer lo que le parece mejor, pero cuando Dios se reveló a la humanidad, nos hizo ver que la salvación para todos está en Cristo Jesús.
¿Cómo es posible?
Leamos el Evangelio y entenderemos cómo nuestra vida de pecado solo tiene la solución y salvación en Jesucristo.
En estos días vamos a recordar a un Jesús marginado, perseguido, burlado, abofeteado, flagelado y crucificado.
Un hombre (que era al mismo tiempo Dios verdadero)  despreciado y considerado “necio”.
Sin embargo San Pablo nos dice que “lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”.
Por eso en la debilidad de Cristo Jesús crucificado está la salvación de toda la humanidad.
¡Gracias Cristo! Porque pasaste por necio, blasfemo, y comilón y amigo de pecadores.
Tú eres nuestro salvador.
  •   Versículo de meditación
Para conocer el amor de ese Dios y Señor que nos dio los mandamientos, miremos la cruz:
Esa es la medida del amor de Dios que para poder perdonarnos “nos entregó a su Hijo único”.
Creamos de verdad en Él y tendremos vida eterna.
  • Evangelio
(Es de advertir que la liturgia permite leer hoy el Evangelio del ciclo A: Jesús con la samaritana).
Juan nos cuenta hoy cómo Jesús llega a Jerusalén cuando se acercaba la Pascua de los judíos.
Esa Pascua que para nosotros será en adelante la Pascua de Jesús, muerto y resucitado.
Va al templo y se encuentra con un mercado, un poco como a veces estamos nosotros en el templo, donde la fe nos dice que Jesús está vivo en el sagrario.
Jesús, “haciendo un azote de cordeles limpió el templo”.
Se justificó diciendo:
“No convirtáis en un mercado la casa de mi padre”.
Los “judíos” le piden cuentas, y Jesús, que está próximo a la crucifixión, les adelanta:
“Destruyan este templo y en tres días lo levantaré”.
Qué pena que cuando uno se ciega no puede entender.

+ José Ignacio Alemany Grau, obispo